Global. La inflación en Estados Unidos mostró en julio un panorama mixto. El índice PCE general se mantuvo en 2,6% interanual sin cambios respecto a junio, mientras que la inflación core habría repuntado a 2,9%, su nivel más alto desde febrero y explicada en buena medida por el componente de servicios. En términos mensuales, el PCE general avanzó 0,2% y la inflación core 0,3%, lo que sugiere que las presiones internas podrían estar persistiendo pese a cierta estabilidad en la variación total de precios. Al mismo tiempo, la actividad del consumidor se mostró firme, con un gasto personal nominal que creció 0,5% y un gasto real, ajustado por inflación, que subió 0,3%, el mayor incremento en cuatro meses, mientras que los ingresos personales avanzaron 0,4% y los ingresos reales disponibles 0,2%. Estos datos reforzarían la idea de una economía resiliente aunque con tensiones debajo de la superficie.
Para la FED el escenario parece más complejo dado que la inflación todavía se ubica por encima del objetivo del 2% mientras que el mercado laboral comenzaría a dar señales de enfriamiento, lo que aumentaría la expectativa de un recorte de tasas en septiembre que los mercados descuentan con una probabilidad cercana al 85-90%. Sin embargo, el avance de la inflación core podría introducir dudas sobre el ritmo y la magnitud del alivio monetario. En paralelo, la presión política desde la Casa Blanca y la continuidad de los aranceles representarían riesgos adicionales para las decisiones de la FED, que debería balancear la estabilidad de precios con el sostenimiento de la actividad y el empleo en un contexto de creciente complejidad.
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