Global. Los datos finales publicados por Eurostat muestran que la inflación anual en la Eurozona en el mes de febrero se situó en un nivel del 2,3%, por debajo del 2,4% estimado inicialmente por el consenso. Este descenso se atribuye en gran medida a la moderación de los precios de la energía, que apenas aumentaron un 0,2% en febrero frente al 1,9% registrado en enero, mientras que la inflación core, que excluye de su ponderación a la energía y los alimentos (que son más volátiles), se mantuvo estable en 2,6% anual. En términos de contribución al alza de precios, los servicios encabezaron el aumento, seguidos por los alimentos, el alcohol y el tabaco, los bienes industriales no energéticos y, finalmente, la energía.
Estos resultados mostrarían una tendencia de desaceleración en la dinámica inflacionaria de la Eurozona, lo que podría influir en las decisiones futuras del Banco Central Europeo (BCE). En este contexto, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, hoy advirtió en el Parlamento Europeo que la imposición de un arancel del 25% por parte de Estados Unidos a las importaciones europeas podría reducir el crecimiento económico de la eurozona en aproximadamente 0,3 puntos porcentuales en el primer año, y hasta medio punto si la Unión Europea respondiera con medidas similares, además de generar un aceleramiento inflacionario de corto plazo.
Respecto a la política monetaria, recordamos que el BCE recortó la tasa de política monetaria en 25 bps a principios de marzo, llevándola hacia un nivel del 2,5%, con Lagarde destacando la necesidad de un enfoque dependiente de los datos para evaluar cada decisión sin comprometerse a un rumbo prefijado de tasas. Destacamos que durante la semana pasada reconoció que, debido a la incertidumbre económica, es “imposible” garantizar que la inflación se mantenga en el objetivo del 2% en el corto plazo, aunque aseguró que el BCE busca su convergencia a mediano plazo, evitando reaccionar a choques transitorios.
|