Global. Según los últimos datos publicado por la BEA, en mayo el PCE de Estados Unidos mostró una inflación algo más persistente de lo esperado. El dato general subió 0,1 % mensual y 2,3 % interanual, en línea con lo previsto, pero la core, que excluye alimentos y energía, creció en 0,2% en términos mensuales y en 2,7% en términos interanuales, superando las expectativas del mercado (2,6%). Esta dinámica sugiere que las presiones inflacionarias subyacentes aún no ceden del todo, especialmente en servicios y bienes durables, donde también podrían estar empezando a reflejarse los efectos de los aranceles. Al mismo tiempo, el gasto personal cayó 0,1% y los ingresos personales retrocedieron 0,4%, la mayor baja desde 2021, en parte por ajustes en pagos vinculados a la seguridad social.
Esta entrada de datos complejizaría el panorama para la FED dado que, si bien la inflación general avanza a ritmo moderado, la inflación core continúa por encima de la meta, y el enfriamiento del consumo podría anticipar una desaceleración económica más marcada en el segundo semestre, que agravaría la situación mostrada por los últimos datos de PIB (en retracción, dato conocido ayer). La FED se mantiene cautelosa, sin señales claras de flexibilización en el corto plazo, con señales mixtas de los distintos miembros del board de directores que se han expresado sobre el tema recientemente. Por ahora el mercado espera que el próximo recorte de tasa llegue recién en septiembre.
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