Global. El oro avanzó alrededor de un 2,6%, superando los USD 3.400 por onza, impulsado por una combinación de factores: la debilidad del dólar, tensiones geopolíticas (especialmente en torno a Rusia y Ucrania), y una creciente percepción de estancamiento económico tras la publicación de datos manufactureros débiles en Estados Unidos (el índice ISM cayó a 48.5 en mayo, señal de contracción). Este contexto alimentó la demanda de activos refugio, fortaleciendo al metal precioso.
Por su parte, el petróleo también mostró un fuerte movimiento alcista. El Brent subió más de un 3%, ubicándose por encima de los USD 65, mientras que el WTI hizo lo propio, superando los USD 63 por barril. La suba habría sido motivada por el anuncio de la OPEP+, que confirmó una suba de producción más moderada de lo previsto, lo cual fue interpretado como una señal de que el grupo buscaría sostener los precios en un entorno global de demanda no tan clara. Al mismo tiempo, persisten riesgos de disrupciones en la oferta, tanto por conflictos geopolíticos como por tensiones logísticas en Medio Oriente.
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